lunes, 24 de junio de 2013

Puzzle

Aquella tarde, a la sombra de un café, sucedió algo maravilloso: se enamoraron.

Ella traía la rutina cosida a su sombra y una mirada tan lejana que parecía que ya no podría volver.

Él se refugiaba en tierras imaginadas y le colgaba la desesperanza por sus hombros.

Ella dibujaba mariposas y luciérnagas en el vaho de los cristales y jugaba a que era feliz.

Él ahogaba su timidez con sonrisas y silencios y bisbiseaba poemas de memoria en sus ratos libres.

Ella se fijó en la pajarita de papel que sobresalía de las páginas del libro que estaba leyendo.

Él en su forma de agitar la cucharilla del café.

En el corazón de ambos había un vacío denso  y oscuro. Ella, entonces, atrapó del borde de su corazón la sustancia necesaria para rellenar el hueco de él que, a su vez, atrapó del centro del suyo la sustancia imprescindible para ocupar el de ella.

Pero no encajaron. La sustancia no lograba fusionarse y quedaba como una pieza de puzzle mal colocada. Él, entonces, rescató de nuevo la parte del corazón que ella le había dado y recogió la parte del suyo.

Se sintieron tristes y más desesperanzados que nunca. Pero se encontraron sus miradas y ella, decidida, volvió a rellenar la parte del corazón de él; y él, seguro, lo hizo con el de ella.

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